2.-Tengo que ser capaz de armonizar tendencias opuestas mediante maneras de coexistir cada vez más perfeccionadas. ¡Ajá! Puede que aquí esté otra respuesta.
3. ¿Qué es aquello que permite la evolución? Dice un famoso etólogo francés que el fenómeno que permite la evolución es el caos momentáneo, la capacidad de desorganizarse y de aflojar los vínculos para poder organizarse de otra manera. Vivir es innovar, engendrar anormalidad para ver si funciona. Así vivir se convierte también en asumir un riesgo.
Por eso pienso también que para hechizarte o embrujarte en el T’ai chi debo permitirte practicarlo de manera momentáneamente caótica, en donde las fallas te ayuden a organizarte de una nueva manera.
Como te habrás percatado toda esta sección del Blog ha intentado embrujarte a través de la palabra. ¿Lo logré? Porque tu sensorialidad sólo puede ser tocada en las sesiones de T’ai chi.
7. Del Homo Simius al Homo Sapiens al Homo Sapiens Sapiens.
El Camino o el Tao (Dao) es muy similar a pasar de una “mente de mono” a una mente iluminada o despierta, como Tarzán siendo un hombre no sólo en armonía con la naturaleza sino un hombre profundamente espiritual y al servicio de otros hombres.
El quid del Boxeo T’ai chi consiste en lograr que el practicante ingrese, mientras practica y realiza los movimientos de T’ai chi- sean estos en pareja, individuales, con armas o sin ellas- al estado de samadhi. De hecho el concepto hindú de SAMADHI y el concepto chino SUNG deberían de ser analizados más para encontrar sus similitudes que sus diferencias. Samadhi es otro de esos conceptos orientales, como la meditación, que puede tener múltiples definiciones, siendo una de ellas la siguiente: “Samadhi es el estado de calma concentrada producto de la meditación.” En este mismo sentido Sung es también: un estado de calma concentrada activa producto de la práctica del Boxeo T’ai chi. Es una relajación activa o alerta de cuerpo y mente.
Ambos estados psicofísicos implican no meramente equilibrio, tranquilidad y enfoque uni-puntual, sino un estado de intensa – y sin embargo no esforzada- concentración, de completa absorción de la mente misma y de una conciencia elevada y expandida.
El Boxeo T’ai chi es una de esas disciplinas, artes o actividades humanas que encaja dentro de la categoría de “inusual” en donde mientras más leemos y estudiamos, menos entendemos.
La mente “que brinca como un simio de rama en rama” es nuestra mente cotidiana, es la mente que atesoramos y que día a día nutrimos, es y ha sido desde temprana edad la mente que hemos alimentado y la cual consideramos normal, es la mente que decimos “mi mente”. Es nuestra mente ocupada, que parlotea y chatea todo el tiempo, es la mente del incesante monólogo interno. Es nuestra mente llena de deseos, aversiones, juicios, críticas, dudas, ansiedades, fantasías, ilusiones, ira, miedo, etc., etc., etc. Esta es la mente que pensamos que controlamos y dominamos.
Sólo en momentos de silencio descubrimos a esta mente simiesca, y nos percatamos que ésta mente “come” por sí sola, no nos necesita para existir y se auto-perpetúa instante a instante. En esos momentos es cuando tenemos que aceptar que estamos más confundidos de lo que pensamos. Esa es la parte desagradable de esta práctica, pero es sólo eso “una parte” de todo un hermosísimo proceso de auto-descubrimiento. Nuestro condicionamiento nos ha enseñado que debemos sentirnos bien y confortables cuando estamos inmersos en “nuestros” pensamientos y no confortables cuando los ignoramos. Démosle la bienvenida a nuestra mente de mono, a ese río o flujo de pensamientos dispersos.
La ventaja es que sabemos ahora que la mente de mono se nutre en la obscuridad (de la conciencia) pero se contrae o empequeñece bajo la luz de la observación (de la conciencia), este punto merece atención: la mente es clara y brillante –como dice un Sutra Budista- sin embargo, no debe confundirse con una mente que sólo es clara y brillante o sólo es obscura y turbia, todo aspecto de la conciencia humana posee dualidad de ahí que la mente clara también posee algo de obscuridad o la posibilidad de obscurecerse y viceversa, es decir, la mente obscura tiene en sí misma la raíz de la claridad. Para esto hay que practicar T’ai chi bajo “la dulzura del silencio interno.”
Todo lo arriba mencionado en los seis incisos anteriores tiene su culminación aquí, en la práctica del silencio interno al realizar los movimientos del Boxeo T’ai chi. Este es el punto donde Samadhi y Sung convergen, y donde la palabra “práctica” (entrenamiento) implica compromiso para adquirir experiencia directa, de primera mano. En este sentido la comprensión profunda viene del silencio más que de las palabras dichas.“La práctica” es simplemente un deseo hondamente enraizado para develar el secreto de nuestra propia existencia, comprender nuestro propósito en la vida y continuar en El Tao o Camino de perfeccionamiento de nosotros mismos.
Nuevamente tengo que preguntar lo siguiente a los no seguidores de esta disciplina o Vía o Vehículo llamado T’ai chi ch’uan ¿son acaso estos conceptos tan ajenos a ustedes o a sus tradiciones, que los taichiiistas merecemos tanto oprobio? Yo considero que los no-practicantes de T’ai chi tienen metas tan elevadas como cualquier otro practicante de otra disciplina, y también considero que todos estamos buscando lo mismo y que lo que buscamos lo hacemos a través de cosas que nos son gratas, y que lo que estamos consiguiendo es lo que estamos buscando. Entonces ¿por qué tanta crítica acre, áspera y desabrida? No comprendo. Todo es lo mismo nada más que bajo diferente presentación.
Avanzaríamos más si dejáramos esta mente simiesca y la convirtiéramos más en la mente despierta, abierta e incluyente.
El Camino del inmortal que no se sabe inmortal (la mente de mono) culmina con el inmortal que se sabe inmortal y que señala el camino para que otros lo recorran (la mente iluminada), pero “la práctica” nunca termina.