El Rey en siete días fue probando y seleccionando a sus espadachines. Entre muertos y heridos hubo sesenta hombres que quedaron fuera de combate. Así seleccionó a cinco o seis hombres e hizo que estuvieran con sus espadas debajo del palacio y entonces llamó a Chuang-tzu. El Rey le dijo: Hoy vamos a tener la competición de los espadachines. Chuang-tzu le respondió: Lo he esperado mucho tiempo. El Rey le preguntó: ¿Cuál es la largura de espada de que su Merced se sirve? Contestóle: Su servidor puede servirse de todas. Pero su servidor tiene tres espadas. Deseo pues que el Rey me diga primero cual de ellas debo usar y después la probaremos. Dísele: Deseo saber qué tres espadas son las suyas. Contestóle: Son la espada imperial, la espada señorial y la espada plebeya. Respóndele; El Rey pregunta: ¿Cómo es la espada imperial? Respóndele: La espada imperial es aquella cuya punta es la ciudad de Shih Ch’eng en Yen chi, su filo es Ch’i tai, los estados Ch’in y Wei son su lomo, los estos Chou y sung son su guarnición, los estados Han y Wei son su empuñadura. Está enforrada por los bárbaros de los cuatro puntos cardinales. Está envainada dentro de las cuatro estaciones. El mar Po le rodea. La sierra Ch’ang le ciñe. Es regida por los cinco elementos. Los méritos y los castigos dictan la justicia. La desenvainan el Yin y el Yang. La primavera y el verano la sostienen; el otoño y el invierno la manejan. Esta espada, puesta horizontalmente, no halla quien se le ponga delante. Levantada en alto, no halla quien se ponga sobre ella. Puesta hacia abajo nada halla que se le ponga debajo. Cuando se la blande nada hay que se le oponga a su lado. Arriba corta las nubes que flotan en el firmamento; abajo corta las venas de la tierra. En manejándola se establece la rectitud en los reinos feudales y el mundo se somete. Esta es pues la espada imperial. Wen Wang, aturdido y perdido con esta explicación, preguntó: ¿Y cómo es la espada señorial? Contestóle: La espada señorial es aquella cuya punta son soldados sabios y valerosos. Varones puros y probos son su filo. Hombres sabios y buenos son su lomo. Varones fieles y santos son su guarnición. Sus héroes son su empuñadura. Esta espada, puesta horizontalmente, no halla quien se le ponga delante. Puesta hacia abajo, nada hay que se le ponga debajo. Blandiéndola nada hay que se ponga al lado. Arriba ha tomado como su ley del Cielo redondo y se rige por sus cuatro estaciones. En medio se acuerda a los deseos del pueblo para establecer la paz en las cuatro comarcas. Cuando se la blande todo retiembla como cuatro el trueno. Dentro de las cuatro fronteras nadie hay que no se le someta y obedezca los edictos reales. Esta es la espada señorial. El Rey preguntó: ¿La espada plebeya cómo es? Respondióle: La espada plebeya son gentes de cabellera desgreñada, patilludos, gorros hundidos sujetos al mentón con gruesas cuerdas. Llevan vestidos cortos por detrás. Torva mirada y ojos saltones. Hablar recio. Se baten ante su público. Por arriba se cortan los cuellos y por debajo se horadan las entrañas. Esta es la espada plebeya. En nada difiere de los gallos de pelea. Un buen día el hado corta sus vidas. En nada aprovechan al Estado. Ahora su Majestad, el gran Rey, tiene el trono del Hijo del Cielo y está perdidamente aficionado a esta espada plebeya. Yo, su servidor, la desprecio en mi interior en nombre de su Alta Majestad el Rey.
El rey le tomó de la mano y le llevó al palacio. Cuando el mayordomo les sirvió la comida, el Rey le rodeó tres veces (obsequiándole). Chuang-tzu le dijo: Su Alta Majestad tome tranquilamente su asiento y calme su enojo. Yo he terminado de exponerle este juego de las espadas.
Después de esto, el Rey Wen no salió en tres meses del palacio. Los espadachines se suicidaron allí mismo.
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