Este slogan nos ayuda a trascender la experiencia surgida después de meditar en donde nos queda un sentimiento de que todo está basado en crear nuestras percepciones básicas desde nuestras propias preconcepciones. Hay que cortar esto e inyectar luz con nuestro intelecto. Ser 'un infante de la ilusion' implica que uno ve que todo nuestro 'juego'mental ni siquiera es un juego importante, sino más bien uno ilusorio.
Ser un 'infante de la ilusión' implica que posterior a la práctica de la meditación sentada uno ya no 'solidifica' los fenómenos que aparecen. En su lugar uno continua practicando y desarrolla un cierto tipo de conciencia constante. Si algo se torna en nuestra vida fenomenológica -o mental- en alguna situación pesada, difícil, dura, etc., lo que hacemos es dirigimos 'la luz de nuestra lámpara' (mente) a esa situación. De esta manera TODO lo que sucede puede convertirse en algo maleable y TRABAJABLE. El mundo fenomenológico deja de ser 'malo, inadecuado, pecaminoso, castigador, revanchista' y se transforma en algo trabajable y que cura.
Es como nadar constantemente en el mundo de los fenómenos y cada brazada que damos es el equivalente a nuestra conciencia acrecentada y clara.
Es nuevamente descansar en Alaya, algo muy básico y ordinario; y por supuesto que no es abstracto.
Este slogan nos invita a que consideremos cómo las cosas-posteriores a nuestra práctica meditativa formal- son TAMBIÉN trabajables. De esta manera no quedamos atrapados en un mundo de "sólo puedo funcionar si estoy meditando en mi cojín de meditación".
Ser un infante de la ilusión es desear y realizar la simplicidad del juego de los fenómenos.
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